domingo, 29 de mayo de 2016

La fábrica que fabricó una perla



Jamie Vardy es, sin duda alguna, uno de los futbolistas que mayor expectación ha creado durante esta pasada temporada en la Premier League. El delantero ha sido uno de los más importantes en la consecución del título doméstico inglés cosechado por el Leicester City. Sin embargo, detrás de todo ese éxito se encuentra una historia totalmente emocionante que pocos conocen.

La vida no siempre le regaló lo mejor a este enorme jugador. A los 16 años se vio obligado a abandonar su equipo, el Sheffield Wednesday, debido a la baja estatura que tenía. Más tarde, este episodio, sumado a la serie de conflictos que había vivido en su nuevo club, el Stockbridge Park Steels, derivó en un suceso para olvidar. Jamie se vio involucrado en una pelea de un 'pub', la cual daría lugar a que se le obligara a portar una tobillera eléctrica que velaba por su estancia en casa antes de las 18:30.

Nada le proporcionaba una recompensa merecida, pese a ser el único que acudía a los entrenamientos antes que nadie, y el que se volvía a casa cuando ni el entrenador continuaba en el césped recogiendo los balones. Vivía y sentía el fútbol, pero también debía ayudar a su familia.

Así pues, en ese período tan trágico de su vida media, fue contratado por una fábrica de férulas y demás prótesis para diferentes usos. En aquel lugar, su sueldo no llegaba a las 30 libras por semana, lo que equivaldría a unos 40 euros. Sus condiciones laborales, ya de por sí muy duras, eran compaginadas con los distintos partidos y entrenamientos del equipo, por lo que siempre debía alternar su trabajo con ello.


Y es que, Vardy ha sido uno de los pocos profesionales reconocidos que ha trabajado en una industria como tal y ha podido dar el salto cualitativo en su carrera. La disciplina que se le enseñó a tener en este lugar le valdría para tener siempre consigo los valores de un trabajo que lo llevaría a batir récords. Nadie apostó por él, sin embargo, conforme iba ganando en edad, su profesionalidad hacía lo propio.

En 2010 llegó al Halifax Town, y en 2011 pudo acceder a la plantilla del Fleetwood Town (quinta división), llegando a anotar hasta 31 tantos con ellos para certificar el ascenso a la League Two. Dicha consecución lo llevaría en 2012 a firmar con el Leicester City y a convertirse en el delantero más caro procedente de una división tan profunda en la historia. Su coste sería de un millón de libras, más que suficiente para contratar los servicios de tal estrella.

Finalmente, la leyenda terminó con un final feliz. Después de una vida de sacrificio y de rechazos, Claudio Ranieri decidió incluirlo en su once para los restos. La temporada 2015/2016 será recordada por ello. Un joven, conflictivo, destrozado moralmente, sin necesidad de nada más que de golpear una simple pelota de cuero, terminó siendo la alegría de una afición que, por primera vez, veía como su equipo levantaba una Premier League.

Solo el fútbol puede crear esas sensaciones, pero también se debe tener en cuenta que detrás de cada gran historia, hay un gran argumento, y, sobre todo, un sufrimiento ligado al trabajo de cada uno.

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